Aronskind: “Hay en marcha un cambio de la estructura distributiva de la Argentina”

Publicado el 6 Feb, 2016

Economista, docente e investigador, Ricardo Aronskind, explica las consecuencias de las medidas tomadas por el actual gobierno y las alternativas a lo que hoy se plantea como “normalización de la economía”. La creación de un escenario de crisis y la vuelta al endeudamiento. ¿Qué Estado quiere el macrismo?

La Gaceta: ¿Cómo caracterizaría las primeras medidas económicas del gobierno? ¿Cómo afectan a los distintos sectores?

R.A.: Lo primero que se observa es la voluntad de dinamitar la estructura de precios relativos y  de transferencias que había generado el kirchnerismo, caracterizada por un determinado esquema  distributivo en el que estaba claramente definida la participación de los asalariados, el fortalecimiento de la industria vinculada al mercado interno, un gran gasto público volcado a sostener el consumo. Es evidente que el nuevo gobierno asume  con el diagnóstico de que esto tiene que ser rápidamente modificado y ahí vienen todas las medidas: devaluación, quita de retenciones,  los primeros pasos en el sentido de re-endeudar a la Argentina. También lo que es inminente en materia tarifaria, que implica reducir el gasto público a costa de los bolsillos populares. Hay en marcha un cambio de la estructura distributiva de la Argentina. Seguramente en algún momento va a venir también  el cambio de la estructura productiva, pero por ahora lo primero es redistribuir los premios y castigos en la economía en dirección a los sectores más concentrados y menos vinculados al mercado interno. Entramos en un período de licuación de los ingresos de los trabajadores, de los jubilados, de la gente que tiene la Asignación Universal, y esto va a afectar a los comercios, a los profesionales, y a la industria.

La Gaceta: Se puede pensar que todas las políticas que viene desarrollando este gobierno benefician a una parte muy pequeña de la población argentina.  ¿Es el programa del Foro de Convergencia Empresarial, es el programa de los grupos más concentrados?

R.A.: Sí,  pero no es algo tan homogéneo; hay intereses específicos. Está el grupo de exportadores, desde el chico al más grande. Y ya se ve claramente que las políticas de apertura indiscriminada favorecen a los que tienen posiciones dominantes y hace peligrar a los más pequeños. Son los que quieren el dólar a 16 o más, y por eso siguen retaceando. También están los bancos como actores que estuvieron regulados, y ahora dejaron de tener limitaciones.

La Gaceta. Ahora se habla de una nueva edición del Megacanje, ¿podría recordar cómo fue la operación de 2001 – por la que el actual presidente del BCRA está procesado – y explicar si lo que están planeando ahora es algo similar?

R.A.: El Megacanje de 2001 fue deuda emitida por el Estado Nacional en diversas monedas que tenía un vencimiento muy cercano.  Vencimientos gigantescos que se sabía que no se podían afrontar.  Entonces el gobierno convocó a todos los que tenían esos papeles de deuda y les propuso canjearlos por otros de vencimientos más largos a tasas de interés impresionantes.  Se canjeó tiempo por intereses, para evitar el default, y se calcula que esto agregó a la deuda pública unos 50 mil millones de dólares. Lo que quieren hacer ahora es distinto.  En los últimos años, cuando Argentina tenía un vencimiento de deuda, en vez de pedirle a los prestamistas internacionales, se hacía un préstamo interno del Banco Central al Tesoro. Como son dos organismos del Estado Nacional, no hay presión; se puede manejar perfectamente, y es una deuda en pesos. Los que tienen apuro en restituir al BCRA las reservas que prestó al Tesoro son los nuevos funcionarios, que plantean canjear esa deuda por jugosos títulos a un grupo de bancos extranjeros a cambio de dólares. Vamos a tener que devolverlos en esa moneda, y además son transables internacionalmente, es decir, que los pueden colocar en distintos mercados.

La Gaceta: ¿Entonces para la Argentina es innecesario este canje?

R.A.: Yo creo que está bien devolverle al Banco Central lo que ha prestado, pero eso no tendría por qué ser a costa de endeudarse. Se podría tener una estrategia exportadora, por ejemplo. Este canje es un gran negocio para los bancos y retomar un ciclo de endeudamiento, cuyas consecuencias conocemos.

La Gaceta: ¿25.000 millones de dólares es poco para la reserva de un país?

R.A.: Todo depende. Si los sectores dominantes están de acuerdo con el proyecto económico y son medianamente disciplinados, 25.000 millones de dólares es más que suficiente. Pero como lo que hay acá es un grupo de gente a la que no le importa nada de nada y que es incapaz de autodisciplinarse, es necesario un monto mayor. Con otro contexto internacional, Néstor Kirchner armó reservas de 50.000 millones, consciente de que con eso, no le podían mover el tipo de cambio.

La Gaceta: Se encuentra muy instalada la idea de que las medidas económicas que están llevando a cabo eran el único camino posible a tomar, ¿cuál es su opinión?

R.A.: No es real que las medidas anunciadas sean el único camino. Había que hacer varias correcciones, pero no de esta manera. El déficit fiscal se puede resolver cobrando impuestos progresivos, gravando a los más ricos. Respecto de la balanza comercial, había que seguir administrando el comercio exterior pero ver bien qué cosas sí pueden ingresar y qué cosas no. Con la inflación, es fundamental analizar el tema de los costos. Si a vos te aumentaron los costos un 15%, ¿cómo vas a aumentar el triple? Pero eso implica otro tipo de lógica política, no convalidar un capitalismo de rapiña. Sin embargo, todo indica que para el PRO, el capitalismo es de rapiña. El soberano no es el consumidor, como versan los manuales de economía neoliberal en el primer mundo, sino el empresario.  En resumen, había mucho por hacer para enmendar errores que se habían acumulado. Ninguna de esas cosas justifica esto que se está haciendo.

La Gaceta: El macrismo afirmó había que transformar el Estado para transformar el país, ¿cómo se puede comprender esta idea?

R.A.: Yo estoy de acuerdo, el tema es hacia dónde. Una de las críticas más de fondo que le hago al kirchnerismo es no haber construido un Estado más inteligente. Varios errores del kirchnerismo tuvieron que ver con  funcionarios sin capacidad de planificación y previsión. Lo que está sucediendo ahora es el desembarco de gerentes en diversas áreas que están pensando básicamente cómo hacer negocios, como se obtienen recursos vendiendo cosas al sector privado, al que tiene plata para pagarlas. Están pensando en un Estado a la chilena, que no tenga ninguna relevancia en materia de desarrollo económico y social, un Estado eficiente para administrar el subdesarrollo. Son muy retrógrados y no se consideran formando parte de una comunidad nacional. El lugar de los pobres en ese esquema es el de gente que molesta. Quizás hagan un proceso de aprendizaje; no se descarta. Los primeros pasos, no dan muestras de eso.

La Gaceta: Algunos dicen que es mejor que haya empresarios o gerentes en lugar de cuadros políticos.

R.A.: Respecto de que haya gerentes y empresarios en todos los ministerios, y que eso pueda tener un consenso social, da muestras de que no hay para nada una lectura de clases. Las clases son los políticos que explotan a la gente: es de un nivel bajísimo de comprensión política. ¿Y la conexión con tus intereses? No se trata de volver a un marxismo dogmático, pero tampoco lo contrario: que no haya ningún pensamiento estructural. No somos átomos que flotamos en la nada.