Carmen Baliero: “La técnica es ideológica”

Publicado el 5 Feb, 2016

Pianista y compositora, Carmen Baliero es una de las artistas más originales del presente. Su repertorio recorre obras propias, la musicalización de piezas teatrales y películas mudas de comienzos del siglo XX. Recientemente editó las “Centésimas del Alma”, 600 versos que Violeta Parra escribió de un tirón y que Carmen musicalizó de la misma manera.

De paso por FM La Patriada fue entrevistada por Sergio Gusenko en su programa “Pateando el tablero”, y parte de ese encuentro se reproduce para esta edición de La Gaceta.

Sergio: En ajedrez hay algo que se aprende con el tiempo, que es la técnica. ¿Ocurre lo mismo a la hora de cantar? ¿Cómo enseñas técnica de canto?

Carmen: Yo estoy en contra de las clases de canto. Respecto a tu pregunta, la técnica varía según el objetivo. En el Conservatorio Nacional, uno aprende con la técnica europea, que es para cantar en coro. Lo que busca es uniformar y que no haya una opinión personal, como las monjas todas vestidas iguales

Sergio: ¿Es una forma más de represión de la Iglesia?

Carmen: El motivo es más complejo. En la religión católica, el coro es el médium por el cual habla Dios con su pueblo. Por eso no hay baile, por eso nadie tiene nada que opinar. Lo que quería destacar es que la técnica es ideológica. Porque si es anterior al deseo, condiciona el deseo. Uno no puede cantar zamba, baguala o flamenco como un coreuta. Está mal decir que la música es un idioma universal. No. Hay millones de códigos diferentes. Yo creo que la primera técnica es generar deseo. Hay imaginación, uno busca la técnica para eso que imagina.

Sergio: ¿Se puede hacer música con cualquier cosa?

Carmen: Hice un concierto con bocinas de autos. Nadie me enseño a tocar autos. Tuve que inventar la técnica  para escribirlo y dirigirlo. Si se crea un discurso estético, es música. Porque si no, la banda de la policía cuando toca todo desafinado, sería música. Un instrumento no asegura la música. El control y la decisión estética es lo que hace música.

Sergio: ¿Y cómo fue hacer un concierto con autos?

Carmen: Eran 17 autos. Lo hice dos veces. Es complicado porque no tengo dónde ensayar. Lo más difícil es encontrar dónde ponerlos y probar. Lo intenté en Parque Sarmiento, pero había un hospital y se quejaron.

Sergio: También hiciste música para obras de teatro, ¿cómo es ese trabajo creativo?

Carmen: Tengo que ir a los ensayos. No diferencio mucho entre los sonidos de la obra y de la música. El taco de la actriz, si hablan rápido o lento. Los cuerpos; todo. La premisa que yo tengo es que en el teatro, la música sobra. Parto de esa idea, de que no es necesaria. Entonces veo qué es inevitable.  Hay una frase divina en un poema de Vicente Huidobro que se llama “El verso”. Dice “El adjetivo, cuando no da vida, mata”. Fue mi lema para toda la vida.

Contanos de tu obra “Centésimas del alma”

Cuando dejo de componer, me agarra como un síndrome de abstinencia. Empiezo a dar vueltas; primero me agoto y luego tengo que encontrar qué hacer. Estaba en ese estado. Agarré un CD de Violeta Parra, donde veo escritas las Centésimas del Alma, que son 600 versos numerados, escritos en automático. Ella dice al final: “Seiscientos versos listitos en 6 horas cuanto mucho, hice correr el serrucho por todos sus dientecitos. El seso lo tengo frito, me suena como campana; me canta como una rana; la fuerza me dejó sola; mi cabeza es una bola, que rueda por la ventana”. Nicanor, su hermano, le propuso hacer esos versos. Ella escribió 100 versos por hora, en números. Lo vi y me pareció asombroso. En general no musicalizo cosas ajenas. Nunca pensé que iba a hacer eso; fue un reto. E hice como ella, me salió de un tirón. Es interesante. Dentro de las “Centésimas” hay errores. Por ejemplo dice 154, 153, lo invierte sin querer. Y lo dejó así; siguió adelante. Legalizó el error, cosa fundamental en el arte. Y en la vida.

¿Cómo ves este momento de retroceso político, social, cultural en la Argentina?

Para mí hay un avance enorme de reivindicaciones, que ahora serán defendidas. Y también tiene que venir un avance enorme de críticas a lo que pasó por lo cual estamos viviendo esto. Hay que seguir. El mundo se divide entre gente de buena voluntad y gente del otro lado. Suena a evangelista, aunque soy anarco (Risas). Dentro de la buena intención, hay matices. Uno de los matices fundamentales es preservarse y seguir produciendo. Porque de otro modo se entra en la melancolía, en la parálisis. Se necesita gente que piense.