La construcción de un frente ciudadano

Publicado el 18 Abr, 2016

El miércoles 13 de abril quedó en claro que ningún dirigente político tiene mayor poder de convocatoria y movilización en Argentina que Cristina Kirchner. Su peso específico en el sistema político nacional debe ser cuidadosamente ponderado por aquellos que piensen que el kirchnerismo terminó su ciclo histórico el 10 de diciembre último. La reaparición pública de Cristina se da en un momento en que la persecución político-judicial del macrismo intenta, con la espectacularización de la corrupción, esconder los efectos ya visibles de su política de hambre y miseria generalizada.
Frente a los tribunales de Comodoro Py, Cristina lanzó la propuesta de construir un “frente ciudadano” orientado a canalizar a través de los representantes parlamentarios las acciones e iniciativas opositoras. Esta propuesta, que tiene el acierto de apostar a la unidad de todos los sectores del campo popular, presenta algunos desafíos sobre los que cabe hacer una mínima mención. En primer lugar, la lógica de construcción de un frente político supone priorizar por encima de la propia identidad política aquello en torno a lo cual pueden otras identidades converger en un espacio común. De la capacidad del kirchnerismo de realizar esta apertura dependerá la extensión y representación del frente. En segundo lugar, es claro que Cristina no se está refiriendo a la construcción de un frente electoral con otras fuerzas políticas sino, al menos en lo inmediato, a la coordinación de acciones parlamentarias opositoras con fuerte respaldo popular. La proximidad del proceso electoral del año próximo y la necesidad de establecer claras diferenciaciones entre las fuerzas políticas plantea, en este sentido, una dificultad adicional que habrá que saber sortear. Por último, está la cuestión del sujeto “ciudadano”. El término siempre hizo referencia, desde la antigüedad griega hasta las democracias modernas, al aspecto público o político del individuo. Su esencia es profundamente igualitaria. Un ciudadano tiene las mismas libertades, derechos y obligaciones que cualquier otro. En torno a su concepto se fueron moldeando los marcos constitucionales de las nacientes democracias liberales occidentales en las cuales el ciudadano aparece como punto focal de una arquitectura jurídica basada en los principios de la soberanía popular y de la autolimitación del Estado frente a la esfera de libertad individual. Es el sujeto derechohabiente de la democracia moderna, cuya frágil existencia depende del equilibrio entre políticas públicas que favorezcan el despliegue de su lógica igualitaria y de las luchas sociales que garanticen la concretización de la universalidad encerrada en su concepto. Sin lo primero, las políticas públicas construyen una ciudadanía impotente, sin lo segundo, la ciudadanía es un privilegio de clase. Si para lo primero hace falta un Estado dispuesto a empoderar a los ciudadanos, para lo segundo hace falta mediaciones políticas y sociales por las cuales y a través de las cuales la igualdad y la libertad del ciudadano se hacen efectivas en la masa del pueblo. Para que haya un frente ciudadano verdaderamente amplio y representativo deben incluirse a las organizaciones sociales, sindicales y cooperativas, que son las herramientas colectivas con las cuales los trabajadores y los humildes pueden alcanzar el efectivo cumplimiento de sus derechos y libertades individuales.
Es bienvenido el llamado a la unidad. Estos son algunos de los desafíos que el movimiento popular debe superar reflexionando sobre su propia acción. Avancemos decididos en este camino. Es lo que pide la hora.