Presupuesto 2017, inconsistente y regresivo

Publicado el 21 Nov, 2016

Por Nicolás Pertierra

Como requiere la normativa legal, durante el mes de Septiembre el Gobierno Nacional envió al Congreso de la Nación el Proyecto de Ley de Presupuesto para la Administración Pública Nacional. Allí realiza la previsión de sus ingresos, sus gastos y en función de su política proyecta el escenario macroeconómico para los próximos años. A partir de las expectativas que tiene el equipo económico de Macri para el futuro buscaremos los puntos fundamentales. El presupuesto habla. Nos dice cuáles son los protagonistas de este nuevo esquema económico.

Continuando con lo visto este año en el que la emisión de deuda alcanzó el récord para países emergentes de US$43.500 millones, durante el año que viene el Gobierno anunció que aumentará el endeudamiento por otros US$35.500. A pesar de haberse endeudado como nunca en tan poco tiempo, esas divisas no estuvieron orientadas a promover la inversión ni la actividad económica. Ambas se contraerán durante el 2016, de acuerdo al informe que acompaña al presupuesto Presupuesto. La caída que espera el gobierno es del 3,5% para la inversión y del 1,5% para el Producto Bruto Interno. Las reservas internacionales en manos del Banco Central reflejan que no pudieron retener la enorme masa de dólares que ingresaron por la vía financiera. Sucedió que en paralelo, también se fugaron a través de la compra de dólares y la remisión de utilidades al exterior la suma de 10.000 millones de dólares.

Sin embargo, el macrismo parece tener la fe renovada en que el nuevo endeudamiento va a tener otro resultado de ahora en adelante y que la inversión crecerá un 14,4% el año que viene. Prevé que el crecimiento total alcanzará el 3,5%. Para los años siguientes el principal factor de crecimiento también sería la inversión con el 9,5% para 2018 y el 7,6% para 2019. Aquí radica el principal problema de la ortodoxia económica gobernante. Entienden que la expectativa en el crecimiento futuro se traslada automáticamente al crecimiento actual, lo que sucede con la economía real parece no importar. Sólo en este marco conceptual cabe la posibilidad de que el empresario en un escenario de recesión donde se le acumula el stock en los depósitos tome la decisión de invertir.

Otra previsión alarmante es la que da cuenta del saldo comercial. En esta materia el desempeño será cada vez peor. Para el año que viene el déficit será de US$1.900 millones y continuará aumentando los años subsiguientes alcanzando US$3.800 millones en 2018 y US$4.900 en 2019. El déficit comercial crónico que proyecta el gobierno deja una mayor exposición a la volatilidad externa ya que depende del ingreso constante de dólares por la vía financiera. Los mayores intereses a pagar por la nueva deuda que se está tomando también reducen los márgenes del gobierno para la política económica. Y las inversiones ¿qué incentivo tendrían a radicarse en un país con una carga de la deuda en el presupuesto público creciente, mayor déficit comercial y un consumo que no acompaña la acumulación de capital? Es una incógnita que el gobierno no logra explicar.

Los cambios que ya introdujo en la recaudación

Al margen del Presupuesto anual, el macrismo ya había introducido severos cambios en la política tributaria al poco tiempo de haber asumido. La reducción en los derechos de exportación para productos primarios implicó que el Estado dejara de recaudar cerca de 26 mil millones de pesos para financiar sus gastos y distribuir a las provincias.

En los últimos informes difundidos por la AFIP se observa que la recaudación por derechos de exportación cayó el 8,2% en el acumulado de los ocho primeros meses respecto del mismo período del año anterior, incluso con una devaluación del 50% en el medio. El Estado es el único agente en la economía con capacidad de tomar parte de los ingresos de un sector y orientarlo hacia otro que considere más relevante para el desarrollo del país con justicia social. La política del gobierno apunta a llevar al mínimo posible este rol del Estado y que sea el mercado a través del mecanismo de precios relativos quien determine los ingresos de cada sector.

No reconocer que la dinámica propia del mercado es hacia la concentración y hacia una mayor desigualdad puede explicarse sólo por la mala fe manifiesta, la ignorancia supina o un sesgo en la comprensión de la economía vista únicamente desde los zapatos del que más se beneficia gracias a este sistema. No estamos obligados a rendirnos frente al mandato del dinero ni frente a los reclamos de los que reclaman más y más condiciones para poder multiplicar sus ganancias. El Estado tiene la posibilidad de orientar el desarrollo conservando la preocupación por aquellos a los que el sistema desplaza a situaciones de pobreza.

Con la tijera en el corazón

Como era de esperar, los recortes presupuestarios están a la orden del día. Es la primera oportunidad que tienen de elevar al Congreso su propuesta con los gastos para un ejercicio entero y el perfil de la gestión no se puede ignorar. Preocupado por no aparecer ante la sociedad como un gobierno insensible de empresarios que sólo piensan en el equilibrio fiscal, las mayores continuidades se observan en el gasto social que por el momento se mantendría como una parte relevante de la política fiscal aunque la inflación continúa licuando el poder de compra de esas transferencias.

Una herramienta solapada de perjudicar ciertas áreas es la de proyectar un aumento que no compensa la inflación. De esta manera se reduce el gasto en términos reales. El caso más paradigmático es el de la ciencia y tecnología. La periodista especializada del diario La Nación, Nora Bar, difundió algunas estadísticas muy ilustrativas del rol secundario que se dispuso a asumir el ministro Barañao.  En los últimos años se había llevado el porcentaje de sueldos en el CONICET al 89% y ahora da un salto a más del 92%. El sueldo mensual promedio es el peor de los últimos 8 años. El presupuesto en dólares del Ministerio de Ciencia, Técnica e Innovación productiva tuvo su pico en el año 2014 con casi 450 millones de dólares y para el año próximo no alcanzará los 150 millones. 2011 y 2015 fueron los años en los que el área tuvo menor peso dentro del presupuesto total con el 0,7% y 0,65% respectivamente y alcanzó el 0,8% en 2014. Para 2017 no llega a representar el 0,6%. La tijera cortó profundo en el área de tecnología. El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) no sólo no llega a compensar la inflación con el presupuesto que se le asigna sino que se le recortarán 1.140 millones de pesos menos respecto del año en curso. Una estrategia poco compatible con ser “el supermercado del mundo”, slogan que ya resulta bastante cuestionable de por sí.

La contradicción flagrante entre lo enviado a las cámaras legislativas y lo prometido en la campaña dejó al oficialismo en una complicada situación. Por ello tuvieron que introducir cambios elevando las partidas previstas para investigación e innovación por un monto de 1.200 millones de pesos. Sin embargo, esto no quiere decir que vaya a concretarse el compromiso con el área de ciencia y tecnología. El macrismo tiene una vasta experiencia en la subejecución presupuestaria de áreas claves que no son de su interés. Fue el mecanismo implementado cuando era Jefe de Gobierno por lo que habrá que tener especial atención en la ejecución real que vaya realizando el Gobierno durante 2017.