Tarifazos: cooperativas de trabajo en peligro

Publicado el 23 Jun, 2016

¿Será que tienen algo en contra de que la gente se junte, se encuentre, se organice? La pregunta parece del todo ingenua. En primer lugar, quedó visibilizada la situación de los clubes de barrio, espacios de recreación y contención para miles de familias, que ven muy pocas chances de continuar con las puertas abiertas si los tarifazos siguen vigentes. Las cooperativas de trabajo, en su mayoría empresas recuperadas por los trabajadores con enorme esfuerzo, se encuentran también al borde del colapso. Y ni siquiera hubo alguna política que pueda considerar la cantidad de fuentes de trabajo que están en riesgo. Plácido Peñarrieta, en representación de la Red Gráfica Cooperativa, cuenta que son alrededor de 16.000 trabajadores afectados sólo en este rubro. “No se pueden pagar estas tarifas y corre riesgo nuestra producción. Esto nos dio en la columna vertebral, el momento es muy delicado. Pedimos retrotraer la decisión de estos aumentos que no tienen explicación”, reclama Plácido.

El jueves 9 de junio se movilizaron decenas de cooperativas al Ministerio de Energía y Minería y las voces parecen repetidas.

Jorge Reisch pasó de ser delegado de su empresa a presidente de la Cooperativa Cuero Flex cuando la firma quebró en 2012. Son 80 trabajadores que se dedican a hacer cuero reciclado y abastecer a otros productores, sobre todo a la industria del calzado. “Nos vino 320.000 pesos de luz, cuando antes pagábamos 58.000. Pusimos plata entre todos los compañeros, nos rebajamos el sueldo para poder pagar. Y ahora llegó una factura de gas por 150 mil pesos. Y vamos a tener que hacer lo mismo. Esto no lo podemos sostener. Bajó el trabajo, hay una recesión que se nota claramente. Nos vamos a quedar en la calle. Nosotros estamos en una postura muy diferente a la de un empresario y no podemos echar compañeros para achicar”, explica. Sus palabras son elocuentes: “Tenemos un dolor muy grande. Queremos vivir dignamente de nuestro trabajo. No podemos pasar las tarifas al producto porque nadie nos lo compraría”.

La reacción de Antonia Argota, de la Cooperativa 10 de Noviembre de Lomas del Mirador, es de pura indignación. “Nosotros pagábamos 7500 pesos y ahora pagamos 47.000. ¿Cómo puede ser? Es algo inexplicable. ¿Cómo vamos a pagar eso?”, dice y continúa: “Dejamos de incorporar gente. El año pasado incluimos trabajadores jóvenes y en estos meses se jubilaron las compañeras más grandes para poder sostener los puestos de trabajo que creamos. Íbamos progresando, y con este aumento todo lo que pudimos ahorrar, en los últimos 4 meses se lo llevó la luz. No queremos perder el trabajo. Así no podemos aguantar mucho”, sintetiza.

El “cambio” fue en muchos sentidos y nadie encuentra algo positivo para señalar. “Antes teníamos otras inquietudes. Antes teníamos ventas. Ahora los clientes se demoran en los pagos, cosa que no ocurría. El tarifazo nos descolocó en el mercado. Nosotros estábamos pagando 60.000 pesos de luz y ahora nos vino 240.000. Eso hizo que seamos menos competitivos”, relata Rene Belizan de la Cooperativa de Envase Flexible Mataderos, que fabrica envases para productos alimenticios y farmacéuticos y emplea a 94 trabajadores. Su historia, como la de todas las empresas recuperadas, está marcada por una lucha muy ardua. La empresa privada se presentó a convocatoria  y fue comprada por capitales chilenos, que terminaron de vaciarla y quebrarla. En 2009 desafectaron a todos los trabajadores y al año siguiente pudieron establecerse como cooperativa. “Tenemos que seguir luchándola. Estamos bien concientizados. Nosotros nos autoabastecemos. Pero si esto continúa, va a llegar un momento en que no vamos a poder sostenernos. Todo depende del consumo. Hay que luchar, sobre todo por las familias, que se han sacrificado mucho”.

La cuestión familiar aparece repetidamente en los relatos. Tal como cuenta Orlando Acosta, del Frigorífico Incob, empresa recuperada de Bahía Blanca. Hacen la faena de los animales y distribución en toda la ciudad. Son 76 socios y Acosta explica que  ser cooperativa “es un logro en nuestras vidas y de nuestras familias. Eso nos ayuda a luchar y a no entregarla. Y menos por una decisión política que no fue pensada por y para los trabajadores”. Pasaron dos años resistiendo hasta lograr la expropiación. Ahora la comercialización de carne cayó a la mitad, su unidad productiva pasó de tener una boleta de luz de 15.000 pesos a una de 61.000, y tuvieron que dejar de hacer inversiones porque hay que afinar el lápiz para que los socios puedan hacer sus retiros.

No todas las cooperativas que se encuentran en riesgo son fruto de vaciamientos y recuperación por parte de los trabajadores. En algunos casos, la cooperativización surge desde el comienzo. Como ejemplo de esto, Violeta Toledo de Evencoop cuenta que su emprendimiento dedicado a los servicios de catering, viandas, comidas y panadería surgió en el 2000. “Venimos trabajando mucho. Nos encontramos complicados igual que toda la sociedad. Trabajar sin luz y sin gas no podemos. Así que nos están quitando las herramientas de trabajo”, dice Violeta. A los tarifazos se suma la triplicación de los costos en muchos de los productos alimenticios que utilizan.

Respecto de la pregunta inicial, todos responden afirmativamente. Algunos cuentan que antes podían ser proveedores de diversos Ministerios y que ahora ni siquiera pueden presentarse en licitaciones o adjudicaciones directas. Otros recuerdan la gestión de Macri como jefe de gobierno e indican la imposibilidad de abrir cuentas en el Banco Ciudad por parte de las cooperativas o su veto a la ley que protegía a las empresas recuperadas.  Violeta golpea certeramente con sus palabras: “No me cabe ninguna duda que tienen todo en contra de la gente que se organiza y mucho más en contra de la gente que recupera las empresas que ellos quiebran para llevarse la plata afuera”.

El sesgo neoliberal del gobierno de Macri no se observa solamente en la cantidad de funcionarios, gerentes y CEOs que ocupan ministerios o cargos de importancia con una total insensibilidad respecto del sufrimiento del pueblo. También en sus intenciones por desarticular lazos de solidaridad y espacios de encuentro y organización. Cuando la gente se junta, piensa con otros y encuentra la fuerza para romper el temor que genera el aislamiento.

 

 

“Subieron los costos directos y bajó fuerte la demanda”

Verónica Vázquez es la presidenta de la Cooperativa 24 de Noviembre – Café de los Patriotas, que comenzó a funcionar en 2013 como un espacio de inclusión y formación laboral y que es también un espacio de debate y promoción cultural. Vázquez señala que Proyecto Comunidad tiene “una pata social muy fuerte en la Paternal, porque aquí nacimos como organización. Con el Café, la idea no era sólo la iniciativa de un emprendimiento donde se le pueda dar trabajo a los compañeros, sino también tener un ámbito abierto de discusión y ser un punto de encuentro que hoy es más importante todavía porque tenemos un gobierno informándonos lo que ellos quieren a través de los medios hegemónicos”.

L.G: ¿Cómo cambió la vida de la cooperativa con este nuevo gobierno?

V.V: Fue durísimo. En el Café trabajan 15 compañeros. No teníamos problemas económicos, llegábamos a fin de mes, podíamos pagar los impuestos e incluso invertir. Hoy no podemos sostener los gastos que tenemos. Sufrimos un aumento de más del 500% en la boleta de luz. Teníamos un consumo bimestral de 3500 a 5000 pesos y nos llegó una factura por 26.000. Nos costó muchísimo juntar el dinero, tardamos 6 días en pagar y ya tuvimos aviso de corte. Es un apriete feroz.

L.G: ¿Qué pasó con el consumo?

V.V: Mientras subieron muchísimo los costos directos, bajó fuertemente la demanda. La gente viene pero no consume lo que consumía antes. Un postre, una cerveza, se restringe todo cada vez más. Esto se nota en la facturación. Y a eso le sumamos el aumento en los insumos, que no podemos trasladar porque entonces no vendría nadie.

L.G: ¿Crees que hay que tomar medidas que consideren la situación de los pequeños comercios y de las cooperativas?

V.V: Claramente. Las cooperativas tenemos una función social. Acá hay compañeros jóvenes que están estudiando y que no podían encontrar trabajo por vivir en la manzana en una villa. Están aprendiendo y llevando un mango a su casa que se necesita mucho. También tenemos actividades culturales gratuitas que se sostienen con el trabajo de la cooperativa, ateneos de debate, una agenda cultural para el barrio. Vemos cerrar a comercios cercanos; es muy grave lo que está pasando. La gente está perdiendo el trabajo. Y así todos dejan de consumir.

L.G: ¿Se puede decir que el Café está en riesgo?

V.V: Es una situación general, no particular. Estamos todos en el mismo barco. Acá no se echa compañeros, no es una opción. Nosotros hablamos de inclusión en el trabajo y lo llevamos a la práctica realmente. Apostamos al oficio y a la creación de trabajo. Estamos en riesgo, y además siempre fuimos perseguidos. En este Café, desde que tenemos una voz, intentan cerrarnos por nuestra identidad. Desde la Agencia Gubernamental de Control a la Policía Metropolitana, lo intentan por todos los medios. Este gobierno está aplastando todo.