Tarifazos: un nuevo esquema distributivo

Publicado el 6 Sep, 2016

Ya afectados fuertemente por el aumento de los productos básicos para su supervivencia – sean alimentos o insumos de producción -, tanto usuarios domiciliarios como emprendimientos comerciales se encuentran unidos en el rechazo a la política de shock que pretende implementar el gobierno respecto del costo de todos los servicios públicos.

Si bien la Corte Suprema de Justicia anuló el tarifazo de gas para los usuarios residenciales, la polémica sigue y los funcionarios de Cambiemos continúan justificando sus medidas y buscando la manera de llevarlas adelante. Afirman que a partir de los tarifazos las empresas realizarán las inversiones necesarias para que esto redunde en una mejora del servicio. Pero los datos más recientes y la historia los desmienten. Sostienen también que vivimos una crisis energética que es necesario atravesar y que – una vez más – deberá recaer en las espaldas del pueblo y del tejido productivo.

 

# ¿Hay una crisis energética?

Desde los grandes medios de comunicación se plantea que hay una grave crisis energética, cuestión que es sostenida por las declaraciones de algunos ex secretarios de Energía de los gobiernos de Alfonsín, Menem, Duhalde y De la Rua que critican a coro las políticas puestas en marcha por el kirchnerismo. Para Ignacio Sabbatella, especialista en el área e investigador de Conicet y del Instituto Gino Germani “no hay un consenso sobre qué significa realmente ´crisis energética´ y su uso tiene que ver más con justificar los tarifazos que llevó adelante el Ministerio de Aranguren. Importar energía no es igual a una crisis. Argentina actualmente importa entre un 20 y 30% de sus necesidades energéticas. Ocurre en muchos países del mundo. Lo que sí puede decirse es  a partir del año 2011 esto comienza a afectar la balanza comercial. Entonces aparece una orientación hacia políticas que vayan en línea con la soberanía energética”. Otra de las voces consultadas, Mariano Barrera – investigador en la temática con sede en FLACSO – sostiene que tiene lugar la crisis de un modelo energético: En los 90 se instituyó un modelo privatista en donde se fragmentó un sistema energético conformado por empresas oligopólicas o monopólicas estatales que tenían cierta articulación, generando unidades de negocios privadas que supuestamente competían entre sí. Ese esquema entró en crisis porque la estrategia de las empresas era utilizar los recursos que había, explotarlos, venderlos pero no reinvertir para buscar nuevas reservas. Por otro lado, el sector de generación de energía eléctrica invirtió en donde la tasa de retorno es más rápida, que es la generación a partir de los ciclos combinados”. Barrera hace referencia a centrales térmicas que pueden ponerse en funcionamiento en forma muy expeditiva. Se trata de máquinas que se compran a Alemania o China y funcionan a partir de gasoil, fuel oil o gas natural. Esta decisión de las empresas reforzó la dependencia de los recursos hidrocarburíferos para generar electricidad. “En lugar de invertir en centrales hidroeléctricas o nucleares, que son de una larga maduración y pueden tardar 6 años en construirse, eligieron la opción más inmediata y rentable”.

En una línea muy similar, Ignacio Sabbatella relata que “antes de las reformas estructurales de los 90 se unía el concepto de energía a la idea de recurso estratégico, y esto se cortó abruptamente en el 89. Pasó a entenderse la energía como un commodity. Esto tiene que ver con entender el petróleo y la energía en general como una mercancía más, que se desarrolla en el ámbito privado, ampliamente desregulado y que los precios de la energía se encuentren vinculados no a las necesidades de la población y de la industria sino a las expectativas de rentabilidad de empresas concesionarias”. Barrera es contundente en las expectativas: “Cuando uno mira en los 90, tenían precios libres, no había ningún tipo de regulación y no invertían igual. Nada hace suponer que por darles el precio internacional vayan a invertir ahora.”

 

# Producción e importación

 

Nuestro país importa actualmente dos elementos energéticos, gas natural y gasoil. Principalmente gas natural desde el gasoducto de Bolivia y gas licuado que llega a las terminales de Escobar y Bahía Blanca donde es alojado por barcos regasificadores que lo mandan a la red de distribución troncal. En invierno suele haber cuellos de botella porque estas tres vías de incorporación tienen una capacidad determinada y a veces la demanda supera esos límites.

La producción local fue cuesta abajo hasta la recuperación estatal de YPF, que hizo que rápidamente se revierta la situación a partir de fuertes inversiones. Para el año 2013 la producción de YPF comenzó a ser positiva en términos interanuales. “Los últimos datos indican que en el año 2015 creció fuertemente la producción total de gas, hablamos de un 3,6% en el que YPF tuvo un rol central, porque creció un 10% respecto de 2014. Tiene una relevancia histórica importante y no se condice con la situación de crisis energética que intentan instalar”, señala Sabbatella.

Ambos expertos indican que resulta fundamental apostar a aumentar la producción local, reforzando el rol de YPF. Pero las políticas de Cambiemos no concuerdan con esta lógica. Recientemente se incorporó una nueva vía de importación de energía a través de las compras a Chile. Paradójicamente por gasoductos que se utilizaron para exportar a ese país.

En lugar de invertir en forma creciente tal como venía sucediendo hasta el año pasado, el gobierno anunció en marzo que YPF reducirá un 25% sus niveles de inversión. En paralelo, en julio tuvo lugar un reparto record de dividendos entre los accionistas, en números similares a los que la empresa acostumbraba cuando era gestionada por la española Repsol.

El argumento de aumentar las tarifas para fomentar la inversión se cae completamente cuando se observa lo que pasó en los primeros 5 meses del año: los metros perforados, que es la real inversión que hay que hacer para descubrir nuevos yacimientos, cayó un 65% comparado con los primeros 5 meses del año anterior. Al mismo tiempo, la terminación de pozos cayó 12%, y en el caso de YPF un 23%. Resulta claro que no necesariamente mayores precios incentivan inversiones.

 

#Subsidios y proyecto de país

Una política energética  no puede separarse de un proyecto económico de país. No se trata de aplicar planillas de Excel como dijera el ministro accionista de Shell, Juan José Aranguren. Con sus errores y deficiencias, los gobiernos kirchneristas pusieron esto en primer plano, vinculando los subsidios a un esquema en el que la generación de empleo y el mercado interno se encontraban en el pilar de su modelo. Ignacio Sabbatella explica que “lo que el kirchnerismo intentó afrontar en 2003 fue una situación profundamente deprimida en términos económicos, industriales, de consumo y de calidad de vida, subsidiando el precio de la energía y en el caso del área metropolitana, que corresponde a la jurisdicción nacional,  decidió mantener congelado el cuadro tarifario. En una primera instancia fue muy correcto, porque fue logrando la reactivación económica y del consumo. Quizás a medida que se iba produciendo esa reactivación, se tendrían que haber ido actualizando los precios para no generar esta tensión tras doce años, en los que hubo un gran crecimiento y por ende una gran suba en la demanda energética que no iba acompañada por la inversión necesaria en la oferta”.

Así lo explica Mariano Barrera: “Uno de los motivos por los que se subsidiaba la electricidad y el gas natural era para brindarle a las industrias mayor competitividad. Al eliminarse los subsidios les aumentaron mucho los costos, y paralelamente se abrieron las importaciones. Es decir, aumentaron la competencia y al mercado local lo deprimieron porque con todos los aumentos de los últimos meses generaron una caída del salario. Con lo cual hay una franja de pequeñas y medianas empresas que en este modelo no tienen posibilidades de sobrevivir. Lo que se va a ir viendo es que muchas empresas de este tipo van a ir cerrando. Está en la lógica del gobierno. No es que se les escapa. Para ellos son industrias ineficientes y hay que dejarlas libradas al mercado. Las más aptas sobrevivirán. El problema es que queda una gran porción de la población sin trabajo y no hay repuesta para esto”.

 

# Las no soluciones del gobierno

Barrera y Sabatella afirman que los subsidios son necesarios aunque también coinciden en que los niveles de los mismos debían revisarse. Lejos de la solución de shock planteada por el gobierno, indican que son fundamentales las campañas de concientización, y planes a largo plazo para lograr los ahorros necesarios. “Porque es un sector estratégico, escaso, y no renovable, el precio de la energía no puede estar tan desfasado de lo que cuesta su generación. Porque termina siendo ineficiente su uso”, enfatiza Barrera, aclarando que esto no puede pensarse en un plazo menor a 4 o 5 años. “Lo que el gobierno hizo fue mirar desde el lado de las empresas: ¿Cuánto hay que darle para que paguen los costos y tengan ganancias? ¿Qué precio necesitan las empresas para supuestamente invertir? No analizaron las demandas de la sociedad o los ingresos de los trabajadores”, continúa.

La resistencia social fue demostrada a partir de la presentación de amparos, cacerolazos, y protestas de los más variados sectores.

Si bien el final todavía está abierto, lo que se observa es la retirada del Estado de un sector estratégico, y su liberalización a las fuerzas del mercado. Esto no significa otra cosa que la oportunidad para que unos pocos hagan grandes negocios. Sobre todo cuando los “oportunistas” se encuentran de ambos lados del mostrador.

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“Hoy se premia a las empresas extranjeras y se le descarga todos los costos a las nacionales”. Entrevista a Facundo Antille, director de ICE Consultores

En la actualidad el 70% de las industrias nacionales son Pymes, las cuales aportan el 40% del PBI. A pesar de eso, han sido las más perjudicadas con los aumentos tarifarios y sin incentivo o subsidio alguno. Es en este difícil escenario en que un grupo de jóvenes ingenieros armaron una consultora para asesorar a empresas nacionales a fin de que logren reducir potencialmente su consumo energético y puedan ampararse en la Ley 27.191.  La iniciativa apunta a colaborar con pequeñas empresas, clubes, universidades que se ven en la necesidad de implementar una reducción de costos energéticos, mediante la implementación de la Ingeniería en Consumo Energético. El análisis va desde la cuestión tarifaria, el aprovechamiento energético, la detección de pérdidas térmicas y las posibilidades de implementación de energías renovables.  También ayudan a las instituciones a conseguir líneas de financiamiento para conseguir la implementación de las reformas necesarias.

Encontramos que están fuertemente golpeadas por estos aumentos de las tarifas de servicios –relata el Ingeniero Facundo Antille, unos de sus fundadores. “Muchas empresas piensan que la única alternativa para hacer frente a estos aumentos es trasladar el precio al costo del producto o servicio y nosotros les recomendamos primero evaluar oportunidades de ahorro en sus costos energéticos.” Si bien la iniciativa comenzó orientada al sector de las pequeñas y medianas industrias, rápidamente, se encontraron con una necesidad social de instituciones públicas y no lucrativas como clubes de barrio y universidades, incluso municipios. Cuentan que tomaron la decisión de “brindar servicio sin costo a algunos clubes barriales, como el Club “Sahores” ubicado en el barrio de Villa del Parque (que cuenta con una superficie de 20.000 m2, instalaciones de pileta climatizada, canchas de futbol y básquet). Al ser un Club de barrio se le hace muy difícil afrontar la situación actual del costo por los servicios. Por este motivo decidimos aportar nuestra ayuda con el fin de reducir costos y maximizar la eficiencia del consumo. Hay miles de situaciones como las que está viviendo este Club.”

Sobre la situación energética del país, analiza Antille –“Nuestra matriz energética es termo-dependiente, por el número de centrales termo-eléctricas que abastecen la red. Tales centrales dependen de la producción de gas u otro combustible para la generación de energía. Es por eso que nos vemos perjudicados por el hecho de no tener una producción de energía diversificada. A esto se suma que se cambió de proveedor de gas, siendo ahora Shell Chile, con un valor por m3 más elevado, complicando así la situación de la generación de energía en Argentina. En cambio, la configuración de la matriz energética no cambió en absoluto ya que no se realizaron obras de infraestructura. Se están licitando más centrales térmicas y se está comenzando a apostar en ampliar el porcentaje de Energías Renovables, que actualmente es aproximadamente del 3%. La principal diferencia entre la actual gestión y la anterior pasa por la misión de cada uno, hoy se premia a las empresas extranjeras y se le descarga todos los costos a las nacionales, corriendo serios riesgos económicos.