Volver a los comedores sin abandonar la estrategia

Publicado el 6 Sep, 2016

La situación social de las zonas más postergadas de nuestro país es cada vez más preocupante. Día a día se reciben nuevas demandas de alimentos en los organismos estatales de asistencia social y también en la amplia red de organizaciones sociales y comunitarias que trabajan en el territorio en todo el país. Para tener una dimensión de lo sensible de la situación hay que pensar que por cada familia que solicita ayuda alimentaria son muchas más las que sin acudir a estos mecanismos de contención luchan cotidianamente para hacer frente a los gastos en alimentos. La situación es delicada, debemos entenderla y enfrentarla sin abandonar una estrategia de desarrollo de los sectores populares.

En números

Si miramos los datos sobre inflación y evolución del precio de los alimentos desde diciembre de 2015 la situación no debería causar sorpresa. El índice oficial de la Ciudad de Buenos Aires para el mes de julio arrojó una suba general de precios del 2.2%, lo que significa un 32% desde enero. En el caso de los alimentos la suba de julio es todavía más alta y llega al 3%, lo que implica un aumento interanual del 38%. Tomando estos u otros números las proyecciones de inflación que hacen distintas consultoras rondan entre el 40% y el 45% anual, bastante lejos del 25% que prometió el gobierno.

Por otra parte, el comportamiento del empleo y los salarios no logran hacer frente a la escalada de precios. A los despidos en el sector público y privado del primer semestre hay que sumarle el deterioro del salario real, que el CIFRA-CTA calcula en un 12.1% entre diciembre de 2015 y julio de 2016. Es decir que los trabajadores argentinos que conservan el empleo pueden comprar cada vez menos cosas.

El cuadro implica un aumento considerable en los niveles de pobreza y de indigencia. Recientemente, la Universidad Católica calculó que en el país hay 1.500.000 nuevos compatriotas en la pobreza. Si miramos la indigencia, aquellos que tienen ingresos por debajo de lo que se necesita para comer, la UCA calcula que pasó de 5.3% en 2015 a 6.2% en julio de 2016, lo que significa 400.000 nuevos argentinos en la indigencia. Un estudio del CEPA-INDEP de abril ya mostraba cifras alarmantes: la indigencia de la población urbana del Gran Buenos Aires aumentó 38% en sólo seis meses, pasando de 5.71% en noviembre 2015 a 7.89% en abril 2016.

Está claro que el gobierno no puede esconder este estado de situación que todos percibimos. Pero debe ser igual de claro que este es el resultado de una política deliberada de transferencia de ingresos de los trabajadores a los sectores concentrados de la economía. Por mencionar un ejemplo, la quita de retenciones a los productos primarios no hace otra cosa que equiparar los precios internos con los precios internacionales. De esta manera, mientras el campo recibe 128 mil millones de pesos adicionales de diciembre a julio, las familias argentinas enfrentan brutales aumentos en los servicios públicos, transporte y los alimentos.

El desafío

Frente a esta coyuntura son cada vez más los compañeros que se acercan a los centros comunitarios a plantear la problemática. “Además de asistir a las distintas actividades que se realizan en el local, de consultar por los próximos cursos de capacitación profesional, o por los microcréditos para emprendedores o de anotar a sus hijos en los talleres de robótica y programación, los compañeros preguntan si tenemos cupo para cenar o almorzar” plantean los compañeros de Villa 20 en Lugano. La imagen se repite en el Barrio Fátima de Villa Soldati al igual que en los barrios humildes del Gran Buenos Aires y todo el país. En la Provincia de Buenos Aires solamente, el gobierno de Cambiemos tuvo que facilitar la apertura de 600 nuevos comedores a organizaciones sociales y redoblar la entrega de alimentos a los municipios más castigados.

Durante los últimos años, las organizaciones sociales hicimos un importante camino de crecimiento que nos llevó de sostener comedores y merenderos desde fines de los noventa y la crisis del 2001 a proponer proyectos de trabajo, formación laboral, gestión de espacios educativos, construcción de viviendas e incluso proyectos tecnológicos. Amparados en una política económica de protección del trabajo nacional y del ingreso de los trabajadores durante 12 años, nos propusimos fortalecer la organización popular apostando al trabajo cooperativo como instrumento para el desarrollo nacional. El feroz intento de desmantelamiento del aparato productivo y de los derechos de los trabajadores del gobierno de Macri nos encuentra mucho más fuertes que en la crisis de 2001. Resistimos al neoliberalismo y pudimos quebrarlo. Tenemos historia y tenemos memoria. Tenemos que ser capaces de contener al más rezagado de los compañeros, organizarnos para pelear por los derechos más básicos y seguir dando la pelea por un proyecto de país en el que los trabajadores seamos protagonistas. Que no nos quieran cambiar la agenda. Ese es nuestro desafío.

 

Por Francisco Scarzella

Secretario Adjunto Proyecto Comunidad